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domingo, 21 de diciembre de 2008

La necrópolis visigoda hallada en Ablitas es un yacimiento "único" en la Ribera

Imagen de uno de los esqueletos encontrados durante los trabajos arqueológicos. PILUCA ARRIAZU

Dos arqueólogos trabajan en la necrópolis descubierta en Ablitas. A la izquierda de la imagen se aprecia la zanja abierta durante las obras de modernización del regadío que sirvió para descubrir las fosas. PILUCA ARRIAZU

El hallazgo tuvo lugar durante las obras de modernización del regadío de Ablitas en una zona donde no se apreciaban restos en superficie ni existían elementos catalogados en el Inventario Arqueológico de Navarra. La necrópolis ocupa unos 200 m2 y cuenta con 38 sepulturas en las que se sigue el ritual cristiano. Está ubicada junto al campo de fútbol, a un kilómetro del casco urbano.
Las tumbas se distribuyen ordenadamente en calles. Consisten en fosas simples excavadas en terreno natural y carentes de cubierta o tapa, aunque existen indicios del empleo de ataúd. En las 13 sepulturas abiertas se han recuperado restos de 30 inhumaciones, de las que 18 se hallaban en posición decúbito supino (el cuerpo descansa sobre la espalda), con la cabeza orientada hacia el oeste de la fosa. Algunas fosas están reutilizadas, documentándose una con 5 superposiciones.
"Única" en la Ribera
La necrópolis ha sido catalogada como en plein champ (de campo), ya que no se conocen en la zona edificios de culto o núcleos habitados asociados a estos enterramientos. Su cercanía a la calzada romana iter XXXII de Tarraco (Tarragona) a Astorga, junto a su ubicación en un pequeño cerro, induce a pensar que se trata de un lugar estratégico, característico de este tipo de necrópolis.
Lo anómalo de los enterramientos de Ablitas es el hecho de no contar con ajuares funerarios, lo que, según el Gobierno foral, la convierte en la "única necrópolis de este tipo excavada en la Ribera".
Lo que sí se han encontrado en las fosas han sido fragmentos cerámicos pertenecientes a ollas de cocción elaboradas a torno lento. Estos hallazgos se atribuyen, provisionalmente, a la época tardoantigua, entre los siglos VI y VIII.
Con los restos recogidos, los arqueólogos han concluido el trabajo de campo. Así, los enterramientos se taparán para continuar la labor en el laboratorio analizando y registrando unos restos que ahora se encuentran en los almacenes de arqueología del Gobierno foral.

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